miércoles, 28 de marzo de 2007

Las vidas que no merecen ser vividas

¿No lo conoces? Es de un poemario que se titula Un blanco deslumbramiento. Hubo, al menos, dos tipos de edición. Uno convencional, otro leido por el padre. Por el padre de eses niño tan querido. El poeta. El poeta es el padre. Que tuvo que aprender a querer a ese niñotan querido. Si has llegado aquí y no lo has leido, ya tardas en conseguirlo.

Duerme ahora, hijo mío,
duerme mi niño, duerme
que mañana
pondremos soles nuevos al día.
Nos espera la vida.
La vida…
qué palabra,
tan dura a veces;
la vida
que a veces duele tanto
que sólo tu risa abierta
-ese canto-
endulza esta agonía amarga
que es vivir.
Duerme ahora mi niño
duerme,
porque tú eres la paz,
porque tú eres la paz.
Duerme gorrión inmóvil,
duerme ángel mío.

Andres Aberasturi.

domingo, 18 de marzo de 2007

La jarra

Esto es lo que tiene llamase José Watanabe y ser naural del Perú -cosecha del 46-, que te pones a hacer versos y se te encogen los ojos hasta que te salen achinados. Bien.




La jarra
permaneció un instante
en silencio
inclinada
como una mujer
pensativa

Luego prosiguió hasta quebrarse
en el piso
como una mujer pensativa

sábado, 10 de marzo de 2007

Cleopatra

El 27, cumplió años. Los que quiso, así son las reinas del Antiguo Egipto



Ahora resulta que Cleopatra no era como Elizabeth Taylor ni Marco Antonio como Richard Burton.
En estos días, se han expuesto monedas antiguas en la Universidad de Newcastle y, una de ellas, romana, revela que la nariz de Cleopatra era de arpía y Marco Antonio tenía los ojos saltones.
Todos sabemos que el amor es ciego, y que ella fuera una mujer a una nariz pegada y él tuviera ojos de sapo, no cambia en nada las cosas.
Nunca sabremos el partido que le sacaba Cleopatra a su nariz en la intimidad y, la tuviera perfecta o imperfecta, no necesitaba ser chata, como creía Pascal, para cambiar la faz de la tierra; con la que tenía, se casó con Tolomeo XIII, que era su hermano, encandiló nada menos que a Julio César, enamoró a Marco Antonio y cambió el curso de la Historia.
Con una nariz de arpía no hay quién dé más.



Medardo Fraile