Ahora resulta que Cleopatra no era como Elizabeth Taylor ni Marco Antonio como Richard Burton.
En estos días, se han expuesto monedas antiguas en la Universidad de Newcastle y, una de ellas, romana, revela que la nariz de Cleopatra era de arpía y Marco Antonio tenía los ojos saltones.
Todos sabemos que el amor es ciego, y que ella fuera una mujer a una nariz pegada y él tuviera ojos de sapo, no cambia en nada las cosas.
Nunca sabremos el partido que le sacaba Cleopatra a su nariz en la intimidad y, la tuviera perfecta o imperfecta, no necesitaba ser chata, como creía Pascal, para cambiar la faz de la tierra; con la que tenía, se casó con Tolomeo XIII, que era su hermano, encandiló nada menos que a Julio César, enamoró a Marco Antonio y cambió el curso de la Historia.
Con una nariz de arpía no hay quién dé más.
En estos días, se han expuesto monedas antiguas en la Universidad de Newcastle y, una de ellas, romana, revela que la nariz de Cleopatra era de arpía y Marco Antonio tenía los ojos saltones.
Todos sabemos que el amor es ciego, y que ella fuera una mujer a una nariz pegada y él tuviera ojos de sapo, no cambia en nada las cosas.
Nunca sabremos el partido que le sacaba Cleopatra a su nariz en la intimidad y, la tuviera perfecta o imperfecta, no necesitaba ser chata, como creía Pascal, para cambiar la faz de la tierra; con la que tenía, se casó con Tolomeo XIII, que era su hermano, encandiló nada menos que a Julio César, enamoró a Marco Antonio y cambió el curso de la Historia.
Con una nariz de arpía no hay quién dé más.
Medardo Fraile
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